Por: Guillermo Meza Ávila.
“Mayo es el camino…de la victoria”. Esta vieja consigna de los trabajadores sindicalizados también parece ser de los periodistas, porque, aunque muchos lo nieguen, el periodismo es un trabajo y de los más dignos.
En mayo se entrega el premio más emblemático dentro del periodismo internacional desde 1917.
El premio Pulitzer, hace honor al periodista y creador del mismo, el inmigrante estadunidense Joseph Pulitzer, quién legó dinero, para galardonar a quienes “se arriesgan a reportar sobre asuntos importantes en sus localidades a pesar de contrariar gobiernos y gente poderosa”.
Según opinó su autobiógrafo David McGrath Morris; lo más importante es que influyó en la creación del periodismo independiente en Estados Unidos (EE.UU.) y en otras partes del mundo.
Contrario a lo que sucede en la actualidad, las democracias de hoy pervierten la función del periodismo independiente.
Igual que en las peores dictaduras, los gobiernos autoritarios y “demócratas” en su mayoría menosprecian el periodismo, denigran y reprimen el principal trabajo que contribuye por esencia al fortalecimiento de la democracia en el mundo. En esta vía, la sociedad mundial no ha evolucionado hacia lo positivo.
Si bien es cierto que desde 1948 la Libertad de Expresión es una garantía protegida por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, gobiernos de todo el mundo encarcelan, persiguen, estigmatizan, denigran y asesinan personas solo por levantar su voz disidente.
Los mismos estados firmantes de la Carta de la ONU, la violentan consuetudinariamente sin ningún decoro y sin que nadie les enjuicie por hacerlo.
Los Estados en su mayoría son firmantes de la Carta de la Naciones Unidas y están obligados a cumplir sus postulados. Pero en relación a la libertad de expresión hacen aguas, muy a pesar de que en casi todas las constituciones nacionales reconocen el valor de la Libertad de expresión.
Como es lógico millones de personas no estarán de acuerdo con lo expuesto. Justamente ese es un derecho inalienable que todos los ciudadanos tenemos.
Disentir con las opiniones de otros debe ser parte de nuestro contrato social vigente. Cada ser humano tiene derecho a decir lo que piensa en función del bien común. Y eso, aunque no estemos de acuerdo ni con las mayorías absolutas o relativas ni con quienes ejercen el poder político de las naciones.
Según expresa el intelectual hondureño Rodolfo Pastor Fasquelle los hondureños también tenemos derecho a “una comunicación confiable, a la libertad de pensamiento y expresión”.
Los premios… ¿galardones o sobornos?
A pesar de la abundancia de excelentes periodistas honestos e íntegros en el mundo los premios que otorgan los consorcios y gobiernos no les dignifican.
En América son constantes los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que condenan a los Estados por violación de este derecho humano.
En Honduras, defensores de Derechos Humanos recientemente denunciaron que muchos periodistas y medios de comunicación han sido víctima de ataques en redes sociales e intentos de hackeo. Igual sucede en otras regiones del mundo. Lo sorprendente es que países con sistemas democráticos de vieja data, también violentan el derecho a expresarse libremente.
Amparados en doctrinas y jurisprudencia que priman la “Seguridad Nacional” atropellan, vigilan, encarcelan, extraditan y condenan a quienes exponen sus arbitrariedades e injusticias.
Judicializan el trabajo que mejor aporta a la democracia.
Su visión de seguridad nacional les convierte en “pisoteadores” de la libre expresión, y arriesgan el legado de las democracias en materia de Derechos Humanos.
Caso emblemático es el juicio contra el periodista independiente Julián Assange por parte de los Estados “democráticos” de Australia, Suecia, Inglaterra y Estados Unidos. Assange, galardonado con varios premios internacionales entre otras razones “por su sobresaliente contribución al periodismo”. (Premio Walkley 2011).
Otros periodistas independientes corren igual suerte. Cientos de periodistas son amenazados, asesinados y reprimidos de muchas formas en las regiones de Oriente, Asia, África y Europa.
Vivir para servir y morir en abandono.
Los gobernantes, los consorcios mediáticos y los círculos políticos otorgan premios por la labor periodística “a favor” de la democracia, sin embargo, queda la duda razonable de si dignifican o degradan a quienes los reciben.
Aquí juega un papel importante la desigualdad que a ultranza promueve e instituyó abrumadoramente el capitalismo, a través del modelo neoliberal, para nadie es un secreto que la inequidad social y económica hace estragos en la humanidad de los profesionales del periodismo. Las familias de la mayoría de los periodistas en el mundo resultan víctimas de los sistemas que oprimen y explotan a los seres humanos.
El mundo reconoce el aporte del periodista en la búsqueda de una vida digna para los hombres, pero les abandona a la hora de enfrentar sus necesidades básicas.
Ya en el pasado remoto del periodismo como ocupación cotidiana, algunas personas aconsejaban a las madres “nunca dejen que sus hijas se casen con un periodista”.
Para muchos esta disyuntiva aún está vigente hoy. En los países con sociedades empobrecidas es una realidad que adquiere características escandalosas.
Muchos son despedidos de las empresas en que laboran por el solo hecho de “pedir” salarios dignos.
Solo para muestra señalamos el caso del Periodista Richard Casulá, falleció en total indigencia. la imagen que publicó Canal 32, de la Televisión de Olanchito, Yoro, Honduras; muestra a Casulá caído a inmediaciones del crematorio municipal de Tegucigalpa. 5-junio 2020.
Se reportó que ni siquiera la familia de Casulá fue a reclamar el cadáver a la morgue del Hospital. En Honduras, el Colegio de Periodistas de Honduras (CPH), gestiona el Instituto de Previsión Social del periodista.
El periodista y connotado intelectual hondureño, recién fallecido, Mario Hernán Ramírez, premio “Álvaro Contreras”, dijo a CRITERIOHN: “no hombre, esa “babosada” no sirve, ahí no hay ninguna esperanza”.
Muchos héroes de la libertad de expresión en sus momentos de agonía solo reciben ayuda solidaria de su reducido círculo de amigos y familia.
La sociedad segrega a los periodistas que no se desempeñan a la sombra de los presupuestos públicos y que sobreviven con sus propios medios.
Así crea “castas” de hombres y mujeres de prensa que avergüenzan los postulados de la profesión más valiosa para las sociedades democráticas.
Para ellos los postulados de la Constitución y demás leyes que garantizan su derecho son puro “papel mojado”.
En teoría, las premiaciones reconocen lo “extraordinario” del trabajo periodístico, pero la evaluación y escogencia de los premiados escapa al escrutinio de la sociedad.
Esa prerrogativa queda al capricho de los poderes fácticos que manipulan la información pública.
Caso Honduras…“prensa tarifada versus independiente”
En el contexto de las naciones, no podemos ignorar la represión selectiva contra los ciudadanos que reivindican el derecho a la libertad de expresión.
De acuerdo con la organización Reporteros Sin Fronteras (2018), México, Colombia y Honduras son considerados como los peores países para el ejercicio de la profesión periodística.
Existe una vinculación no desestimada entre los círculos políticos que gobiernan y la industria del crimen en todas sus manifestaciones que legitiman semejante calificativo.
Se conoce el impacto del fenómeno entre los periodistas: “o se vuelven parte del negocio o los matan”.
De nada sirve contar con mecanismos estatales de supuesta protección. Muy pocos amenazados logran escapar de las garras de gobernantes corruptos y criminales.
Los que no aceptan se auto censuran o emigran, aunque esto no garantiza del todo su seguridad personal ni de sus familias.
Ejemplo de lo anterior es lo que sucedió contra el periodista Alex Sabillón, en el municipio de Choloma, Cortés. Honduras.
En 2011, Sabillón denunció actos de corrupción contra la administración municipal y fue amenazado y obligado a huir de su entorno.
Aún resuenan las denuncias por los crímenes de Nahún Palacios (2009), su esposa Yorleni Sanchez (2010), asesinados en la ciudad de Tocoa, Departamento de Colón.
Y más de ciento treinta y cuatro comunicadores sociales y periodistas eliminados por bandas criminales coludidas con políticos, gobernantes y empresarios desde el año 2003 al 2020.
Un estimado de ASOPODEUH, registra 115 alertas por año entre 2003 y 2020 y los periodistas sufrieron una agresión cada setenta y dos horas.
Lo doloroso es que la sociedad en general está consciente de los atropellos a la prensa y ni se inmuta. Mas bien se empodera del “discurso oficial «contra la labor periodística que denuncia los vicios y pecados de los gobiernos y de los criminales.
La organización hondureña C-Libre informó que, entre marzo de 2020 a abril de 2021, hubo 127 agresiones directas contra periodistas, incluida el asesinato de cuatro periodistas en el país.
No existe región del país que no haya sido azotada por la represión gubernamental y de los criminales. El periodista Gabriel Hernández, fue asesinado en Nacaome, Valle. Fuente: C-LIBRE.
Informes del Comisionado Nacional de Derechos Humanos de Honduras establecen que el 97% de los crímenes contra los periodistas están impunes.
En los pueblos donde es casi inexistente la presencia el estado de derecho, los criminales determinan la agenda informativa de los medios.
Javier Valdez, periodista mexicano asesinado en Culiacán, en 2017, escribió el libro Narco Periodismo.
Valdés describió la forma en que el periodismo se ha tornado la mayoría de las veces rehén y a veces en cómplice del narcotráfico en Honduras.
¿Y los “Hermes” pues?
En Honduras, es un secreto a voces que los mandatarios asociados con el narcotráfico han subvencionado medios de comunicación con publicidad gubernamental.
Además, aprobaron leyes para exonerar del pago de impuestos a cambio de publicidad. Así los controlan a su favor.
En el denominado caso Hermes, aparecen salpicados de supuesta corrupción oficial tanto periodistas como propietarios de los principales medios de comunicación hondureños. En ambientes donde los empresarios el gobierno y el crimen se coluden es casi imposible hacer periodismo honesto.
Siempre hay excepciones honrosas por parte de quienes se arriesgan a ser considerados como desadaptados sociales.
Para estos, los periodistas independientes no hay trato especial de ninguna clase salvo la represión y la muerte.
Los empleos “dignos”. los salarios justos y la seguridad social son ilusiones y sueños inalcanzables para los periodistas que no están en las planillas del gobierno.
Entre los hondureños es famoso el epíteto de “tarifados”.
Este galardón lo han ganado un número cada vez mayor de periodistas considerados como “gargantas asalariadas” de los gobiernos conservadores.
En países donde la corrupción es como un cáncer invasivo que abrasa todos las estructuras económicas, políticas y sociales, la justicia brilla por su ausencia.
Aquí es donde funcionarios gubernamentales y políticos acuerdan procesar a periodistas críticos.
Así es como igual que cualquier dictadura en el mundo, causan un daño inconmensurable al derecho de libre expresión.
Que hayan pasado un feliz Día del Periodista hondureño.


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