¡El agua es el agua!
Aun
resuena fuerte este grito desde la catedral metropolitana de San Salvador aquel
17 de marzo del 2019.
¡No puede privatizarse el agua, no puede
negarse el derecho humano al agua! (Beatriz Ramos.VerdadDigital.com)
“Es
tiempo que se escuche al pueblo y que se desista en ese proyecto de privatizar
el agua. No es posible porque sería a todas luces contra los derechos de una
nación y contra los derechos del pueblo más pobre, de los más necesitados”. dijo el arzobispo José Luis Escobar Alas.
Fue un
anticipo a lo expresado por el papa Francisco en octubre 2020. El premier
católico denunció el liberalismo económico, la tiranía de la propiedad privada
sobre el derecho a los bienes comunes. (DANIEL VERDÚ. EFE | ATLAS)
Cada 22
de marzo se celebra El Día Mundial del Agua. A propósito de concienciar acerca
de la crisis mundial de este recurso escaso y vital para la vida.
La
«muniprivatización» en Honduras.
Desde
1990, Honduras sufre los ajustes estructurales, transnacionalización,
privatización de los recursos y bienes públicos, represión, impunidad, y corrupción
gubernamental.
El Estado impone leyes convenientes a las
trasnacionales y aplica las recetas del Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano
de Desarrollo y Banco Mundial.
La
municipalización se planteó como un paso previo a la privatización del
servicio. Ese es un esquema diseñado por los organismos internacionales. (Decio Machado.2007 | Mundo. Rebelión).
Con
medidas autoritarias han aumentado la deuda externan la corrupción y el
incremento de la población sumida en la pobreza.
Para estos organismos internacionales el agua
dejó de ser un bien social. La convirtieron en un bien comercial con un precio
determinado, y vendido al mejor postor.
En
Honduras, a pesar de importantes movilizaciones populares en contra, se aprobó
la Ley Marco del Sector Agua y Saneamiento. Con esa ley se sentaron las bases
jurídicas para la municipalización del servicio de aguas. Esa ley es un paso previo a las
privatizaciones
Cierto,
existe un proceso de defensa del agua, de
resistencia a la privatización, pero carente de conducción político ideológica coherente
para frenar al neoliberalismo.
Solamente
en Intibucá, existe un movimiento permanente contra el concesionamiento o
privatización del agua.
En
cabildos abiertos, la mayoría de los municipios acordaron prohibir la
privatización o concesionamiento, incluso la aplicación de la ley de agua
potable.
El
agua… “botín codiciado”
La
gestión del agua en las principales ciudades del país se considera un verdadero
botín. Más valioso que el oro para las empresas del rubro.
Mediante
eufemismos como descentralización, municipalización y otros términos parecidos,
los privatizadores apelan a la Ley de Municipalidades.
Ese
argumento es “dar atole con el dedo” declaró a medios de
comunicación, Venancio Serrano; líder de la Red de Juntas de Agua de El
Progreso, Yoro.
Serrano
agregó que “ese es el modo de operar de los políticos hondureños. Estos a
cambio de unos cuantos beneficios propios quieren ver privatizado los servicios
elementales como el agua potable”. Stiglitz señaló que los políticos reciben
coimas. Así denunció la corrupción asociada con la promoción de la
privatización por parte del BM y el FMI durante la década de 1990 (Stiglitz, p. 58).
En todo
el mundo los políticos se vendan los ojos y toman decisiones en contra de la
ciudadanía. Ellos se ponen de acuerdo para aprobar leyes que faciliten el
negocio a la empresa privada. Así permiten y participan en una estafa contra la
sociedad haciendo un negocio brutal con un bien público vital como el agua.
Muchos políticos
son propietarios o socios de empresas comercializadoras del agua. Ellos hacen
el negocio aun en los pueblos más pequeños donde viven los habitantes más
empobrecidos, indigentes y marginados. Poco que les importa la huella que deja
el precio del recibo en la economía familiar de los hogares pobres.
A esa
casta no les conmueve que desde En el año 2010, la ONU declaró el agua como un
derecho humano esencial y necesario para la dignidad humana.
El agua no es un negocio.
Las
empresas “muniprivadas” contemplan el agua como una mercancía y cuando el
cliente no la puede pagar le cortan el servicio.
Constantemente
los ciudadanos denuncian irregularidades e incumplimientos escandalosos en la
dotación del servicio.
Los
usuarios se quejan de la escasa y mala calidad del agua que pagan. La mayoría se
ven obligados a adquirir el agua para consumo humano que expenden las embazadoras
comerciales.
A los
ejecutivos de las empresas “muniprivadas” de aguas, lo único que les importa es
el recaudo para el pago de sus altos salarios.
Así como
sostener enormes plantillas de personal empleado, aunque no cumplan ninguna
función para lograr un servicio eficiente.
Todo lo contrario,
a los objetivos planteados para justificar la privatización del bien común.
Lo
ahistórico de la política privatizadora
Los promotores
de las privatizaciones han ignorado la historia. Escamotean las evidencias sobre
la interrelación entre el sector público y privado en la prestación de los
servicios de agua y saneamiento.
Esa
negación de lo positivo de las experiencias en este campo conviene al
planteamiento ideológico neoliberal. Responde a los propósitos e iniciativas globales
aprobadas por el denominado consenso de Washington.
Omiten que,
desde fines del Siglo XX, países desarrollados en Europa y EEUU,
universalizaron sus servicios esenciales de agua y saneamiento. Primero regularon
las empresas privadas y las desprivatizaron después.
Los
fracasos sufridos por el modelo privatizador en América Latina no deben ser
obviados para solucionar el problema.
Urge
aprender las lecciones de lo sucedido en Cochabamba, Bolivia; Buenos Aires, Argentina;
y Aguas Calientes, México.
En el
continente americano hubo un mal comienzo desde el momento mismo del inicio de
las privatizaciones. Debido al ambiente
de incremento de las desigualdades socioeconómicas, la pobreza y extrema
pobreza de amplias capas de población dichas políticas han fracasado.
El mismo Banco
Mundial reconoce que las empresas privatizadas «no carecen de problemas,
especialmente cuando se trata de servir a los más pobres» (Banco Mundial 2003, pp. 10-11).
Pero la
tendencia privatizadora aun es impulsada por sectores académicos y políticos de
los países menos desarrollados.
Caso Berlín, Alemania
En las
últimas décadas, el mundo entero ve con terror el avance del cambio climático. Este,
sumado al aumento de la pobreza; la falta de inversiones privadas, y la
corrupción gubernamental constituyen un coctel toxico para la gestión del agua.
Lo anterior
originó un movimiento de masas por la “remunicipalización” del servicio varias
ciudades de Europa.
La privatización fue un invento francés y
fue en Francia donde más de doscientas ciudades han “remunicipalizado” el agua.
Igual sucede en España
El caso
más exitoso de remunicipalización se dio en Berlín, Alemania.
La
ciudadanía, por su alto nivel de conciencia para la protección ambiental;
con más de trescientos mil firmas, replanteó la gestión del agua
Aunque la tenencia aun es incipiente y
fragmentada, la marcha hacia la desprivatización parece irreversible.
Apoyar la gestión pública del servicio de
agua y saneamiento debe ser prioritario para los movimientos sociales.
“El acceso al agua y saneamiento es un derecho
humano universal”.
Redacción: J. Guillermo Meza.
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